septiembre 26, 2006

Glosa sobre la soledad



Es cierto.
Somos enteramente íntimos.
Reales.
Ocultos.
Banalmente significantes.
Embalamos un eclipse intrínseco
cuya simetría guarda
la misma relación entre
lo ausente y
lo imaginario.
¿Ineludibles?
Ineludibles no.
Es esa misma duda de soledad
la que nos lleva a arder
frente al espejo.
La que nos cautiva el destino
y nos hace latentes.
Espaciales.
No hay extravío;
grito de auxilio
mucho menos.
Hay perplejidad.
La inexistencia es eterna.
El socorro,
no.
Porque aún cuando estamos solos,
la soledad misma
nos hace compañía.
Y así
como polvo somos,
polvo se hace nuestra soledad.



emil santos
Puebla, 2006

2 comentarios:

Adawolf dijo...

La soledad nos acompaña, como lo hace nuestra sombra, del mismo modo cúantas veces le prestamos atención?, habrá que entender que por principio, si no hay alguien con nosotros, en ese instante, ya la soledad nos acompaña.

Paiki dijo...

El sentir con el que se recibe la soledad es lo que cambia, a veces voluntaria, la mayor parte de las veces no. Pero siempre esta ahi...esperando abrazarnos en la mas fria de la noches.